El quiste coxígeo (conocido también como fístula sacrocoxígea o quiste pilonidal) es una pequeña bolsa congénita de piel en la base de la columna que se infecta con facilidad. Este quiste puede tener una cavidad profunda que contiene pelo y puede no presentar síntomas a menos que se infecte.
Se trata de un proceso relativamente común, no grave pero muy molesto, que afecta con más frecuencia a los pacientes de sexo masculino y generalmente entre los 15 y los 30 años de edad. Predomina en personas con abundante vello. No se piensa que los traumatismos puedan provocar estos quistes, aunque podrían inflamar alguno ya existente.
Se puede originar un pequeño canal (fístula) desde el foco infeccioso (quiste infectado) y abrirse en la superficie de la piel, saliendo material purulento, sangre y pelos.
Síntomas
La enfermedad tiene dos fases. Una fase crónica y una fase aguda que es el absceso sacrocoxígeo. Los síntomas se inician generalmente de forma aguda con una inflamación dolorosa en la parte baja de la espalda, sobre la zona del coxis, en ocasiones con extensión hacia un glúteo y con un enrojecimiento de la piel. A veces, los pacientes presentan fiebre. Si la presión del pus sobre la piel es grande, puede drenar de forma espontánea y salir abundante contenido entre pus y sangre, formándose una fístula. Si no drenan, los quistes infectados son habitualmente muy dolorosos.
Tratamiento
En el caso de los quistes infectados, en la consulta de proctología puede realizarse un drenaje para conseguir un alivio inmediato y un cese del dolor. En esta fase, los quistes pueden pasar largas temporadas en estado latente, aunque ello no quiere decir que se hayan curado. Nuestra recomendación desde la UPL de Sevilla es tratarlos lo antes posible, ya que con cada infección aguda aumentan su tamaño y complejidad, apareciendo canales fistulosos.
El tratamiento definitivo se lleva a cabo mediante cirugía. El quiste puede ser un absceso sencillo o puede supurar por los conductos fistulosos que se hayan ido formando con el tiempo de evolución. La intervención consiste en la extirpación completa del quiste y del trayecto fistuloso.
Hoy día, el paciente puede beneficiarse de la tecnología del bisturí LÁSER DE CO2 para operar esta patología. Esta técnica permite disminuir hasta un 90% el dolor postoperatorio en relación a la cirugía tradicional, incluso en la gran mayoría de las ocasiones, las curas tras la intervención son completamente indoloras. Se opera de forma ambulatoria y con anestesia local por lo que en unas horas el paciente es dado de alta.
Además, éste se beneficia de una recuperación mucho más rápida al ser menor el período de cicatrización, lo que repercute en una pronta incorporación del paciente a su vida social, familiar y laboral.